El Instituto de Mediación Integradora (IMI) volvió a Panamá el día 19 de mayo de 2020. Pero en esta ocasión, tal como la situación requería, no volamos hasta allí como en la anterior, sino que intervenimos, Javier García, actual director del IMI, y yo a través de un webinario sobre “Métodos alternativos de resolución de conflictos y derecho de familia”, al que fuimos invitados, por la Comisión Nacional de Mediación y Arbitraje del Colegio Nacional de Abogados de Panamá, al que agradecemos que hayan contado con el Instituto de Mediación Integradora para ejemplificar las nuevas tendencias de la mediación, teniendo como modelo de ello a la Escuela Integradora.
Mi participación en este webinario se centró en dar respuesta a dos preguntas: ¿En qué consiste la Mediación Integradora? y ¿por qué es una buena opción para resolver los procesos de familia?
¿En qué consiste la Mediación Integradora?
La mediación integradora es un método, modelo o escuela. Las escuelas en mediación son las que le dan orden y significado al proceso, de ahí su importancia. Su aplicación tiene el mismo sentido que tienen las leyes procesales en la vía judicial.
La Escuela Integradora tiene una finalidad diferente al resto de las escuelas. No se trata de llegar a un acuerdo, como pasa en la de Harvard, o transformar las relaciones sociales como pasa en la transformativa, ni consiste en reconstruir la narrativa como ocurre cuando se aplica la escuela que creó Cobb. El objetivo de la Mediación Integradora es “el darse cuenta”.
Cuando era pequeña, en el colegio, mi maestro, Don Anselmo, nos enseñó que para mantener en equilibrio un palo de escoba con dos dedos era imprescindible fijar la vista en su extremo superior. Con ello, a la vez aprendimos la importancia de centrarnos en un objetivo para conseguirlo. Y es que determinar la finalidad que perseguimos para poder alcanzarla es en mediación, como en la vida, fundamental, porque nos señala el camino. Eso es lo que ocurre en la mediación integradora con el “darse cuenta” como objetivo que marca y está presente a lo largo de todas las etapas del proceso.
Pero, ¿qué es “el darse cuenta”? Es aquel momento que nos ilumina abriéndonos las puertas a nuevas posibilidades, a tomar conciencia de lo que realmente queremos o necesitamos y de aquella decisión que nos hace más feliz, que nos aporta la serenidad que apacigua el conflicto. Ello está alineado con lo de que “la vida es darse cuenta” y es que los conflictos aparecen a lo largo de la misma con ese objetivo, para que tomemos conciencia y sea el motor de nuestra evolución personal. Pero estoy hablando de conflicto, del profundo, no del vértice del iceberg que es lo único que puede “solucionar” el litigio, al menos lo único que se puede ver en la vía judicial.
Para ello, la mediación integradora utiliza sus principales herramientas, la PNL y el coaching de sistemas o sistémico, y de entre las técnicas de las que se valen cada una de ellas respectivamente, se escoge aquellas que se necesita, adaptándolas y aplicándolas en el momento más adecuado del proceso de mediación, que a su vez está dirigido por el objetivo del modelo. No se trata por tanto de aplicar tal cual las técnicas, ni en general, sino sólo algunas y por supuesto se adaptan al proceso de mediación siempre teniendo presente el “darse cuenta”. Todo ello y otras características que se desarrollan en el libro “La Escuela Integradora” publicado por la editorial Athenaica, es lo que la conforma como “escuela”.
¿Por qué es una buena opción para resolver procesos de familia?
Estos tiempos de crisis (sanitaria, social, económica, personal) conducen, naturalmente, al crecimiento exponencial de conflictos, pero no tenemos que alarmarnos, ellos son el motor del cambio, sólo tenemos que saber gestionarlos. El confinamiento ha provocado que, por una parte, existan familias que se hayan unido más de lo que estaban, pero también que, en otras, se haya revelado aquellas carencias que ya tenían, en forma de conflicto y que van a desembocar por ejemplo en divorcios, conflictos paterno-filiales y otros relacionados con la ejecución de resoluciones judiciales, como la imposibilidad de cumplir con las medidas ya recogidas en una sentencia (no puedo pagar la pensión alimenticia porque no puedo trabajar ni percibo ninguna prestación por desempleo, no sé si puedo recoger a mis hijos ni cuándo ni cómo, o si debo dejar que se vaya con el otro progenitor, entre otros relativos al régimen de custodia y de visitas).
Cuestiones que provocaran diferentes tipos de demandas en el orden civil, familiar y también en el ámbito penal, lo que inexorablemente conllevará a un colapso judicial sin precedentes, pues ello también es consecuencia del retraso anterior y sobre todo de los paradigmas ancestrales que han regido el sistema, al no permitir que nuevas vías de resolución de conflictos formen parte de una infraestructura de Justicia, dejando de ser sólo judicial.
Es necesario, más que nunca, para que un derecho fundamental como la tutela judicial efectiva no permanezca suspendido tras levantarse el estado de alarma, dar respuesta de forma rigurosa, diligente y eficaz a la demanda social. Una respuesta judicial tardía no sirve. Así que es el momento de que los conflictos se resuelvan de la forma más adecuada, abriendo el marco orgánico a nuevas vías, como la mediación.
Pues bien, una vez que es clara la necesidad de acudir a otras vías de resolución de conflictos, sobre todo en los procesos de familia ante el incremento de los mismos en nuestro panorama social más actual, hay que evidenciar que la mediación tiene no sólo la oportunidad, sino sobre todo la responsabilidad de demostrar lo útil y eficiente que puede llegar a ser.
En el Instituto de Mediación Integradora, utilizamos como método la escuela que le da nombre: la Escuela Integradora, también llamada la escuela del siglo XXI. La mediación integradora se adapta a todo tipo de conflictos teniendo en cuenta cuál es su principal objetivo, anteriormente visto. Pero precisamente por ello, puede ser aún más eficaz en los familiares porque es capaz de modular el proceso de tal forma que entra en la raíz del problema que sufren las partes. Y es que el “darse cuenta” también significa entender lo que nos pasa, y cuando lo entendemos el sufrimiento desaparece. Entonces tan sólo nos queda solucionarlo y llegar a acuerdos. Para ello seguimos las etapas de la Escuela Integradora como veremos en el siguiente ejemplo.
Supongamos que Raúl y Vanesa solicitan una mediación para divorciarse:
– Raúl es empresario y Vanesa es profesora
– Raúl tiene una amante desde hace dos años, que oculta de forma muy efectiva a Vanesa tras excusas de viajes y reuniones, siendo su válvula de escape frente a una relación matrimonial desgastada en la que ya no cree.
– Vanesa, por otra parte, se siente desencantada con su matrimonio, pero la rutina diaria la aboca a no pensar en ello.
– Tienen en común dos hijos de 6 y 8 años.
– El periodo de confinamiento obliga a Vanesa a tele-trabajar desde casa además de estar pendiente de los niños y todas sus cuestiones escolares, las tareas de la casa, etc. Por otra parte, también obliga a Raúl a llevar su empresa desde casa y a suspender todos sus “viajes” y “reuniones”, por tanto ya no tiene ninguna excusa para poder ver a su amante. Ambos están especialmente estresados por estas circunstancias. Pero Vanesa, además, nota especialmente la ausencia de Raúl, pues éste no se implica nada en la casa y está siempre encerrado en su despacho. Efectivamente, Raúl se encierra porque no soporta la situación ni el estrés de Vanesa ni de los niños. Así que las tensiones y discusiones no cesan y la distancia es cada vez mayor entre ellos, llegando a un punto que no hablan si no es para discutir. Sintiendo ambos la situación como insoportable, deciden realizar una mediación para divorciarse.
En el proceso de mediación integradora se sigue fielmente las etapas:
Constitutiva——Individual (vaciado e integradora)——Conjunta—-Avenencia
En la constitutiva: se les informa, normalmente por separado, en qué consiste el proceso de mediación, los principios que lo rigen, duración de las sesiones y honorarios y realizamos un diagnóstico rápido del conflicto, es decir, concretamos las posiciones de las que parten los mediados. Generalmente nos podemos encontrar con dos posturas: la pasivo-defensiva, de no ceder, de no dar, o la agresivo-defensiva, en la que imperan los ataques y reproches, con roles polarizados.
En esta etapa el profesional de la Mediación se da cuenta que Raúl permanece en la postura pasivo-defensiva y Vanesa adopta una postura agresivo-defensiva con continuos ataques y reproches a Raúl, mientras que éste simplemente se mantiene cerrado.
En la individual, se realizan caucus o sesiones por separado. Esta etapa a su vez consta de dos subfases:
- Vaciado: Escuchamos mientras la persona “se vacía”. El mediador realizar una escucha activa adaptando y aplicando principalmente técnicas de PNL, para conseguir perfilar cuál es el proceso mental que ha llevado a la persona hasta ese conflicto, a la vez que establece un clima de seguridad y confianza para que la persona se abra. Y averiguaremos cuál es su canal de comunicación predominante.
En esta etapa conseguimos que Raúl nos hable de su relación extramatrimonial y de sus sentimientos hacia la misma como hacia Vanesa. Se muestra confundido y agotado. Por otra parte, Vanesa se desahoga, está llena de resentimiento y se siente absolutamente abandonada y muy dolida por la actitud que Raúl mantiene hacia ella.
- Integradora: si bien en todo el proceso debe estar presente el objetivo de la escuela, en esta etapa es fundamental, porque el “darse cuenta” nos señalará el camino para alcanzarlo. Es una etapa en la que aplicamos técnicas para flexibilizar y relativizar el mapa mental que ha llevado al conflicto, abriendo nuevas posibilidades de mapas mentales y provocando que la persona averigüe lo que realmente necesita y la hace feliz. A la vez que buscamos el equilibrio emocional como parte de la preparación para poder establecer fácilmente los canales de comunicación adecuados y comunes que emplearemos en la siguiente etapa. Los preparamos para la etapa conjunta.
Raúl se da cuenta que Vanesa se merece que sea sincero con ella y él también lo necesita para estar más tranquilo y sentirse mejor persona, lo que le da fuerza para emprender un nuevo camino y empezar a ser honesto con la madre de sus hijos y ser un buen padre para ellos. Vanesa, por otra parte, admite que ha estado especialmente nerviosa y estresada y que ha culpabilizado a Raúl de ello, y se da cuenta de sus propios sentimientos hacia él los cuales se encuentran muy desgastados, debiendo ser sincera con Raúl respecto a ello y estando decidida a darse una oportunidad con la separación.
- En la conjunta: tras establecer los principales canales de comunicación de las partes, serán los que utilizaremos para restablecer la comunicación, adaptando técnicas para conseguir esa finalidad y que lleguen a acuerdos.
En esta etapa, Raúl y Vanesa se comportan de forma respetuosa el uno con el otro, dando ejemplo de honestidad, aunque a ambos les duele y lloran. En la segunda sesión conjunta ya empiezan a establecer acuerdos para reestructurar su vida familiar tras la separación.
- Avenencia: es la etapa en la que se pone fin al proceso con la firma responsable del acuerdo por cada una de las partes.
Ambos firman el acuerdo y, además, se sienten tranquilos.
La aplicación de las herramientas de la Escuela Integradora, adaptadas a cada etapa del proceso, guiado por el objetivo propio de la misma, hace que sea un modelo especialmente eficaz en la mediación de los conflictos de familia, teniendo en cuenta que lo que prima en ellos es el componente humano y la Mediación Integradora nos permite bucear hasta conseguir disolver la base del iceberg, lo cual no sólo disuelve el problema, sino que además evita litigios posteriores.
Dra. María del Castillo Falcón Caro
Desde Sevilla para Panamá, en los tiempos del COVID19.