Y después de diez minutos mirando sin mirar hacia una terraza adornada con plantas sugiriendo vida, me pregunté: ¿de dónde vienen las lágrimas? Esas que resbalaban sin demorarse por mis mejillas. Y de alguna manera sentí la respuesta: de las caricias del alma.
No te preocupes, todo pasa, también las ganas si no se alimentan de ilusiones, de recompensas y de valoraciones.
Todo pasa, hasta la tristeza cuando es derrotada por la serenidad, que es la antesala de la alegría.
Todo pasa, hasta la alegría, al ser la más breve de todas las emociones porque se afana por ser lo que nunca puede llegar a ser: discreta.
Todo pasa, menos el amor, que siempre queda y al que podemos recurrir para descansar en el refugio de su instante eterno.
María